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Gigantes que agitan sus brazos. Gigantes que saludan al que pasa mientras éste asciende por la sinuosa ruta. Dan la sensación de ser realmente fuertes. Y lo son.
El viento soplaba con tal furia que tuve que resguardarme tras el cobijo de mi escudo. Ese escudo que me acompaña y me guía allá donde quiero ir. Y sin embargo, pese a este viendo huracanado, allí se plantan imponentes, desafiantes, sin miedo nada. Se enfrentan a estos vientos mirándolos de cara y agitando sus brazos para evitar que la arena levantada les entre en los ojos. Llegarán lejos.
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